Café de barrio con un olor muy particular. Empujo la puerta y los axolotes del lugar me escudriñan con sus ojos saltones o quizás el axolotl sea yo. Al fondo la biblioteca con libros de Cortázar y aunque los he leído, no puedo evitar la  tentación de releer alguno de sus cuentos. 

Pienso  cuántas "Noche boca arriba", cuántos "áperkas de Torito" en mi vida, cuántos "Finales de juego" me tocó jugar en el "Bestiario de mi existencia y como la "Lejana" que atraviesa el puente, recorro con mi vista las paredes del bar y me reencuentro con el amor platónico de mi juventud, con el amor de julio Cortázar. Regreso siempre cuando lo extraño para encontrarme con él.