La familia García era una de las tantas familias oriunda de aquel pequeño pueblo sanjuanino llamado “Colonia Gutiérrez”, cuyo nombre se debía al hombre que en tiempos remotos había sido dueño de todas las tierras de la región y que al morir, sus hijos las vendieron a “los gringos” como les decían a los españoles. Así los Rodríguez, los Sánchez, los Vázquez y los García eran los apellidos más tradicionales del lugar.
Sentada aquí en este patio tan querido por mí, observo la cantidad de jóvenes que esperan al igual que yo hace unos años, entrevistarse con las autoridades para buscar mi reemplazante. Me pregunto: ¿Quién será el o la agraciada? ¿Quién deberá pagar el derecho de piso?
Han pasado muchos años de mi partida. Se agolpan los recuerdos en mi mente y una tras otra, cobran nitidez, las imágenes de mi niñez. Quince años no son nada para una existencia humana pero al mismo tiempo son innumerables para la distancia. Entre esas vivencias surge la figura de un apuesto hombre frente al bastidor sostenido por el atril y la magia de colores que esparce el pincel deslizando el óleo en el lienzo blanco, dejando plasmadas las ideas y la creatividad del artista. ¡Cuánta admiración! ¡Cuánta genialidad!
Hoy cumplo 15 años; he esperado tanto este momento que me parece mentira estar preparándome para mi soñada fiesta. Desde que mi hermana festejara sus 15 años, no he dejado de pensar ni un solo minuto en “mi fiesta de 15”. Me imaginaba como una princesa a la espera de su príncipe azul, rodeada de amigos y parientes.